Son numerosas las culturas ya desaparecidas en muchos lugares de la tierra, o sociedades primitivas
que aún milagrosamente permanecen, con concepción social y familiar exactamente opuesta a la
patriarcal: son las sociedades matrilineales y matrilocales, en las que perviven o
pervivían hasta hace poco, costumbres y antiguas instituciones matriarcales, aunque atenuadas,
consideradas reminiscencias del matriarcado. De ellas recogen Conkey y Tringham (1999, 300):
“Diría que una cultura matrifocal es aquélla en la que la mujer tiene un lugar de honor y respeto,
lo que no implica dominio. A los hombres y a las mujeres se les enterraban casi del mismo modo en
las culturas de la Europa antigua. Las mujeres tenían algo más de ajuar, pero no encontramos nada
similar a lo que será el sistema de jefaturas
patriarcales
posterior, donde un hombre poseía mujeres y otros hombres, así como caballos y objetos. Es decir,
se trataba de una sociedad bastante igualitaria. No es que se degradara la situación de los hombres
para favorecer la de las mujeres. Era solo la natural reverencia de los poderes ligados con la
Madre Tierra y las mujeres. El hecho de que en estas sociedades la mujer ejerza una posición
importante en la estructura de la sociedad y constituya el elemento primordial en la familia,
ejemplifica que la mujer no ha estado sometida ni subordinada en todos los continentes ni en todas
las épocas y evidencia que la subordinación femenina no es innata ni es un hecho universal. Basadas
en la existencia de estas tribus matrilineales ha llevado muchos profesionales sociólogos,
historiadores, mitólogos, psicólogos... a afirmar la realidad del matriarcado arcaico, ya
que esas costumbres prueban que en el pasado habrían sido matriarcales y confirman la persistencia
y tenacidad de tradiciones matriarcales en épocas posteriores.
Uno de los grandes descubrimientos del siglo pasado fue el fenómeno del
matriarcado,
que revelo Bachofen en su Mutterrecht (1861). Este autor demostró que a lo largo del desarrollo
social, habían existido fases durante las cuales las mujeres, sedentarias y entregadas a la
agricultura, dominaban en la comunidad. Ellas dirigían el culto, y solo ellas tenían propiedades.
Los hombres tenían una vida errabunda en las selvas, dedicada a la caza; para ellos, las mujeres
eran como fuentes en el bosque: el que tiene sed, bebe de la más cercana. Así, el hogar se formaba
alrededor de la madre, polo de estabilidad en la vida familiar, y el parentesco solo establecía por
línea materna. |